jueves, 30 de septiembre de 2010

Amor timido

Archivaldo era muy pero muy tímido. Tanto que se pedía permiso para mirarse en el espejo. Estaba enamorado de una muchacha que viajaba en el mismo transabus que él, de lunes a viernes, a la ida y vuelta de la escuela. Linda y de ojos tristones, se sentaba siempre hacia la ventana, en la séptima fila, de la ruta M8.

Él jamás le habló o la miró de frente. Fue todo un logro animarse a ocupar el asiento del pasillo junto a ella en cada viaje, de lunes a viernes de ida y vuelta de la escuela, en los últimos cinco años. Una vez carraspeó la garganta para llamar su atención.

Pero la muchacha ni lo escuchó. Siempre leía el periódico, de ida y vuelta, de lunes a viernes, durante los últimos cinco años. Otra vez, Archivaldo quiso ofrecerle un Halls, pero se puso tan nervioso que en una frenada las mentitas rodaron por todo el transabus.

Ella, leía. Ni lo notó. Un día, el tímido enamorado sacó coraje y puso este aviso en la página 3 del periódico: A la muchacha de ojos tristones que de lunes a viernes viaja en el transabus, de ida y vuelta, en el asiento de la ventana de la 7º fila:

¿Tiene novio?

Firma: Señor Amor Tímido

La mañana siguiente, en el transabus, esperó alguna reacción de su amada. Nada. Pero al otro día, Archivaldo encontró este aviso en la página 3 del periódico:

Al Señor Amor Tímido:

No

Firma: La muchacha de ojos tristones que de lunes a viernes viaja en el transabus, de ida y vuelta, en el asiento de la ventana de la 7º fila.

¡Qué feliz se puso! Tanto que sopó el periódico en el café con leche, se metió una medialuna bajo al brazo y así salió a la calle. El viaje fue como siempre: él en silencio, ella pegada a la lectura.
Al otro día, apareció este anuncio:

A la chica de ojos tristones que de lunes a viernes viaja en transabus de la ruta M8, de ida y vuelta, en el asiento de la ventana de la 7º fila:

¿Cómo se llama?

Señor Amor Tímido

Nuevamente, en el desayuno Archivaldo se desayunó con que se llamaba Margarita.
Fue y publico esto:

¡Qué lindo! ¡Como la flor!
Señor Amor Tímido.

En la página 3 del periódico del día siguiente, el tímido leyó:

Al señor Amor Tímido:

Si, ¿vio?

Aviso va, aviso viene, comenzaron a conocerse. En letras de molde se contaron cosas como la música que escuchaban, las películas que preferían, lo que habían comido ayer y cenarían hoy, el gusto compartido por los animales y el arte, sus coincidencias sobre comida, geografía o sabores de helados; también sus diferencias respecto a literatura, modelos de zapatos o si la ch es o no una letra.

Un lunes, tras ver de reojo que ella acariciaba el anuncio de aquel día, Archivaldo se animó. Le dijo como al pasar:

-¡Qué loco, no!
-¡Ajá! Loco, pero lindo.

Los avisos siguieron apareciendo, generando un efecto dominó inesperado. De pronto todas las muchachas de ojos tristones de la ciudad creyeron ser la que de lunes a viernes viajaba en el transabus, de ida y vuelta, contra la ventana de la 7º fila. Y cada vergonzoso solitario pensó que era el Señor Amor Tímido. Así, los que como Archivaldo gustaban de alguien se animaron y confesaron su amor. Las personas de ojos tristones estuvieron atentas a ver quién podía ser su amor tímido y descubrieron que siempre, alguien, las quería en secreto pero tenía vergüenza de decírselo.

Se formaron parejas. Los titulares anunciaban el crecimiento del índice de enamorados y el descenso del de tímidos y el de ojos tristones. En la página 3, seguían los avisos. A esa altura, Archivaldo y Margarita ya conversaban en sus viajes. Ella le leía las noticias y él le daba su opinión. También hablaban de los anuncios.

Que, ¿quiénes serían el Señor Amor Tímido y la chica de ojos tristones que de lunes a viernes viajaba en el transabus, de ida y vuelta, hacia la ventana de la 7º fila? ¿Dónde vivirán? ¿Serán rubios, morochos, pelados, altos, bajos, gordos, flacos? ¿Se conocerían alguna vez? Así, él ganó confianza y a ella, su habitual compañero de viaje comenzó a gustarle. Por eso, un día Archivaldo (y toda la ciudad), leyó el siguiente anuncio:

Al estimado Señor Amor Tímido:

Le ruego me disculpe, pero no puedo seguir con esto. Hay alguien que me gusta y no sería correcto avivar su ilusión. Espero me entienda. Suya… La muchacha que ya no tiene ojos tristones que de lunes a viernes viaja en el transabus, de ida y vuelta, en el asiento de la ventana de la 7º fila.


La ciudad entera esperó con ansias hasta el otro día. En parques, restaurantes, oficinas, esquinas y transabuses. Se leyó:

A la querida muchacha que ya no tiene ojos tristones que de lunes a viernes viaja en el transabus de la ruta M8, de ida y vuelta, en el asiento de la ventana de la 7º fila:

La entiendo. No tiene por qué disculparse. Espero que ese alguien que le gusta, la haga muy feliz. Hasta luego. Señor Amor Tímido.

Los avisos dejaron de aparecer. Pero afortunadamente, los porcentajes de tímidos y ojos tristones se mantuvieron en el piso. Los de enamorados, estables. Archivaldo ya no viajó en silencio. Margarita no se pegaba al periódico. Iban y venían, de lunes a viernes, sentados en cualquier parte del transabus o parados, pero tomados de la mano. Sábados y domingos disfrutaban de su amor sin timidez. Desayunando en el mercado y paseando por el parque que tanto les gusto.

martes, 14 de septiembre de 2010

Lo sabes

Saber donde estas me confunde

segun a varias millas o kilometros de distancia

A muchos años luz, en el espacio plagado de estrellas

- en las que habitas -

Lejos pero a la vez tan cerca como un beso

tan cerca que siento tu aliento

el aroma de tu piel, y la cercania de tus ojos

en los que tanto me miro

donde cada dia me encuentro.


jueves, 4 de marzo de 2010

De noche

Escribo de noche apesar de que la luna tiene las manos frias

-y me congela con su aliento-

escribo lo que habita en mis sueños contigo

-lo que nunca te cuento-

será porque toda esta nada

-la que habita entre nosotros-

me conduce a ti aunque nunca te encuentro.

sábado, 2 de mayo de 2009

Lluvia

Cuando llueve por aquí todo se inunda

Me gusta su sonido

Sentir cuando cae sobre mi piel

Pero no el frio y el color del cielo

Veo a las personas correr para cubrirse

Sin moverme justo en medio es el mejor lugar para llorar.

Mis lágrimas se confunden con la lluvia

La tristeza se aleja

Tus recuerdos se van

Sin que nadie note cuanto lloré

Tu risa

Es una suave música que relaja mis sentidos

y me conmueve hasta las lágrimas

Al escucharla iluminas cada parte de mí

me subes al cielo con una mirada

al envolverme con tus ojos

Haces que me olvide de mí.

Esta noche



Quisiera descubrirte
mirar dentro de ti
buscar en tus ojos y en el silencio de tu voz
todo lo que no me dices,
Pedirle a la luna un beso de tus labios,
y un te quiero de tu voz.
Esta noche no hace falta que estés aquí
porque ya eres parte de mi vida.

Tus ojos

Siguen siendo mi lugar favorito

la adicción a la que vuelvo sin culpas

Una residencia alternativa de mis sueños

donde tus miradas estremecen y cimbran mis sentidos

transportándome a un mundo en el que solo somos nosotros

-la nada en el espacio-

Tus ojos son un milagro y me siento feliz de habitar en ellos

al verme reflejado transparente

Como un cuadro en tu corazón.